AVISO

AVISO: Todas las historias son inventadas, todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

domingo, 1 de abril de 2012

¡Ovario!

OVARIO
“El ovario, es la cavidad que encierra a los óvulos que han de ser fecundados por el polen masculino”.

3 meses después del despertar de los muertos.
Zuhurne Zaken y su fiero can de ofita, se escondían en un bosque de eucalipto dentro del Condado de Vetzavikim, en el estado de Balirke, una de las más importantes zonas de la República de Usffia. Pero más que a eucalipto, le venía el fresco olor a limón. El clima era húmedo, y aunque no entraba nada de sol, y aunque todo estaba a la sombra, no hacía nada de frío, al contrario, a Zaken se le estaba pegando el quitón de lana, al cuerpo, y se estaba asando lentamente, junto a Illich, dentro de ese cerco de altivos eucaliptos, que se perdían en el cielo, sólo dejaban a la vista, sus rectos troncos, de corteza lisa, moteados con un tono cobrizo, dejando fuera de su alcance, sus leñosos frutos ovoides, pues permanecían aferrados, a las ramas más altas, donde abundaban las flores blancas.
Estaba rodeada de hojas, ramas, y debajo de ellas, se extendía un mundo orgánico del que deseaba extraer algún provecho, sin embargo, aunque el hambre era implacable, puesto que ni ella ni el can, habían rendido ningún homenaje a sus estómagos, desde hacía horas, y lo último que recordaba haber chupeteado era un sabroso palo cubierto de crujientes hormigas. Estaba anocheciendo, y no le apetecía ponerse a forzar la vista entre la maleza, pues le resultaba más importante, improvisar un refugio donde ocultarse.
Construyeron una cama con unas ramas que arrancaron de uno y otras que habían por el suelo, e hicieron un gran manto con sus hojas, luego hicieron un techo con un segundo grupo de ramas que ataron con trepadoras, fructíferas por la humedad y por lo cerca que estaban del río. Una vez, terminaron con la cama improvisada, encendieron la hoguera, y se metieron dentro, sin miedo a que les cayera una buena, mientras dormían.
Regresó al año pasado, a Mickjad, en sueños, otro de los Estados de la República de Usffia, aunque no tan grande como Balirke. Mientras el clan de Balirke se ocupaba de administrar justicia en la sociedad formada por la República y de la Diplomacia (Relaciones entre la Republica y el Exterior y la consecuente firma de tratados), los del clan de Mickjad, eran responsables de dictar y hacer cumplir las leyes aprobadas por el gobierno de Usffia, defendiendo a la República de ser invadida o dominada por las malas relaciones que pudieran originarse entre la República y el Exterior, siendo responsables de las declaraciones de guerra.
Mickjad, estaba formada por tres Condados: Daahikim, Halavikim y Iatokim. Zaken, había pasado su infancia de instrucción en la ciudad de Daahvod, capital del Estado de Mickjad, que se encontraba en el Condado de Daahikim. Allí, se enviaban, tanto los niños como las niñas de cinco años, del clan Daahem, para ser iniciados en el arte de la guerra. A los diez años, las niñas procedentes del Condado de Halavikim, eran enviadas de vuelta para ser probadas ante sus madres. Si poseían el Don principal del clan Daahem, regresaban a Daahvod para seguir con su adiestramiento, como el resto de niños y niñas de su edad. Sin embargo, si carecían del Don principal del clan Daahem, como en el caso de Zaken, eran obligadas a quedarse en el condado de Halavikim, concentrándose en el núcleo urbano de Halaved, para ser instruidas por sus madres como Hieródulas.
Todos los miembros de la República, eran conscientes del duro entrenamiento al que estaban obligados los niños y niñas de Mickjad. Incluso, algunos niños y niñas del Clan de Balirke eran enviados a Daahvod, en unas instalaciones especiales, para convertirse en futuros miembros de la policía judicial, para así poder prestar servicio al poder judicial, confiado en Balirke. No sólo, eran adiestrados como soldados, sino que eran educados en las artes de su propia especie.
Tanto los niños del Clan Daahem, como el grupo de niños seleccionados del clan de Balirke, entre otros niños de otros clanes pertenecientes a la República de Usffia, o procedentes de las relaciones mantenidas por la República con el exterior, que iniciaban su formación en Daahvod, eran tratados con igualdad. Se les rapaba el pelo, se les vestía con correas de donde colgaban anillas por donde pasaban cadenas que les inmovilizaban durante el sueño. Se les imponía una dieta entomofágica estricta, que consistía en la ingesta de saltamontes, larvas (sobretodo de avispa), libélulas, orugas, gusanos, hormigas y arácnidos. Y se evaluaba periódicamente la funcionalidad de su conducta.
Zaken creció bajo esas condiciones, hasta que a los diez años, regresó a Halaved, junto a su madre, que acababa de conocer. Dejó atrás su adiestramiento de soldado, aunque siguió con su aprendizaje en el campo de las artes marciales para poder defenderse. Las Hieródulas, eran considerados, los personajes más importantes de la República, aunque su existencia se mantenía en secreto. Sólo conocían de su existencia, las gentes del clan de Daahem (al que pertenecían) y algunos personajes destacados de otros clanes pertenecientes a la República.
La misión de una Hieródula era la de ser madre, pues eran las únicas mujeres capaces de dar descendencia viable a seres de otras especies, Pudiendo repoblar zonas que habían padecido una gran mortandad. El número de Hieródulas, era escaso, con lo cual, no sólo eran protegidas, sino que se las enseñaba a protegerse, por eso no se hacían distinciones en el nacimiento, y para evitar dichas distinciones, no se probaba a las niñas, hasta los diez años, para ser tratadas con la misma dureza con la que trataban al resto.
Cada Hieródula, era protegida por un can de ofita. A los diez años, cada una, recibía al cachorro del que debía hacerse cargo y con el que debía dormir para que éste fuera acostumbrándose a su olor, y así, poder localizarla en la distancia. Era la única forma conocida, para crear vínculos afectivos entre la Hieródula y el can, evitando que el can, se revolviera contra la Hieródula que debía proteger, causándole la muerte.
Para que la relación fuera fructífera, el cachorro debía ser entregado desde la niñez.  Anteriormente, y por desconocimiento, se habían aprovechado los canes de otras Hieródulas que habían muerto, ya fuera en el parto,  enfermedad o la propia vejez, para así aprovechar el animal, pero a la larga, habían dado nefastos resultados, como que el animal en un ataque de furia había acabado con la vida de la nueva Hieródula que tenía a cargo. También, se había intentado dar a mujeres que habían perdido un can de ofita, un nuevo cachorro, pero éste no las aceptaba, porque parecía ser, que quedaba en ellas, una especie de olor residual del anterior can, que crispaba al nuevo cachorro.
Zaken recibió su cachorro, a los diez años, como cualquier otra Hieródula. Illich, su can, era bastante fiero, pero no se quejó por que sabía que tanto ella como el can, serían sacrificados. Si la Hieródula moría, el can de ofita era sacrificado e ingerido junto a ella. Y si el can moría, entonces era la Hieródula la que debía ser sacrificada e ingerida junto al can, puesto que no podía ser protegida por uno nuevo.
Los Daahem se comían a sus muertos. Esta costumbre se inició en los campos de batalla, tras ser emboscados, perseguidos y asediados. La muerte se acumulaba a su alrededor, aunque ya habían quemado a sus muertos por miedo a una epidemia, pero por falta de víveres tuvieron que sacrificar a los más débiles para que fueran su alimento, bajo la atónita mirada de sus enemigos. Pronto, fueron sus enemigos los sacrificados, pues no hacían prisioneros, y gustaban de grandes celebraciones, con grandes cenas. Tras ese asedio, sobrevivió lo mejor de Daahem y esos seres fueron los que perpetuaron la especie.
Ya desde antaño al clan Daahem se le consideraba un clan Belicoso, y tras el asedio, su fama se había incrementado. Incluso se decía, que ellos solos podrían con el Ejército de Addus, pero el Reino de Addus había establecido alianzas con otros Reinos y ahora la República temía por un ataque a ultranza.  El clan Daahem, lo formaban seres fuertes, belicosos y audaces, algunos pocos, habían demostrado ser astutos e inteligentes, logrando grandes cargos en el ejército de Mickjad.
Las Hieródulas, aunque solían ser astutas e inteligentes, no podían ocupar cargos en el ejército, aunque alguna vez, habían conseguido el puesto de consejeras, cargo que les permitía abandonar Halaved, aunque en contadas ocasiones. No todas las Hieródulas, conseguían los mismos privilegios, pues algunas eran incapaces de controlar su voluptuosidad y concupiscencia, y se abandonaban a los vicios, y los placeres sexuales, una vez, iniciadas como madres.
Pocas mantenían un carácter fuerte, templado, prudente y justo, pues se convertían en seres castradores, orgullosos, negligentes, despiadados, desordenados, ávidos de carne. Muchas, llegaban a ser sacrificadas, por su carácter trastornado, tras caer en la trampa de la falsa libertad, proporcionado por el desequilibrado estado de placer y displacer que las consumía en un tedioso sufrimiento del que ansiaban despegarse. Pues habían pasado a ser seres emocionales que se hundían en terribles depresiones.
A Zaken, ser una Hieródula, le resultó ser un castigo. De los diez a los quince años las futuras Hieródulas eran recluidas en unas instalaciones para su instrucción específica para estar en óptimas condiciones para cuando llegara el momento de su iniciación. A los quince años, fue iniciada como madre, entregándose al sexo con otros chicos y chicas (poseyeran éstas, o no, el don principal) de Daahem. Solía ser habitual, el sexo en grupo, para incitar a la madre, pues sólo quedaba embarazada, si la Hieródula, estaba lo suficiente excitada como para dejar fructificar las simientes con las que era fecundada. Zaken, al principio, logró dejarse llevar por la excitación, incluso, llegó a disfrutar de las primerizas sesiones de sexo en grupo, copulando con todos los participantes tal y como dictaba la ley.  Pero a medida que iba pasando el tiempo, invirtiéndolo en esas prácticas, una y otra vez, probándolo todo, y acabando siempre con todo el cuerpo cubierto de esperma, y encima, sin quedar embaraza, lo que en un principio parecía ser algo emocionante, acabó siendo un agobio.
Poco a poco, fue desarrollando una especie de enfermedad que guardó en secreto, puesto que la principal función de la Hieródula era la de procrear, y si no podía hacerlo, tal vez, fuera sacrificada, si no demostraba otras aptitudes. Muchas veces, creyó no ser una Hieródula, y que se habían equivocado el día de la prueba, y que había sido obligada a vivir una vida que no le pertenecía. A partir de los dieciséis, empezó a no sentir nada. Pero no era un tema psicológico, era un tema físico, aunque desconocía si era originado por algún bloqueo emocional. Muchas veces, se hería y hasta que no veía la herida, no se daba cuenta de que se había hecho daño.
Había destacado en los entrenamientos, por su aguante en los combates cuerpo a cuerpo. Si hubiese sentido dolor, este le hubiese alertado del peligro, incluso, se hubiese quedado inconsciente, antes de que fuera demasiado tarde, teniendo la oportunidad, de recuperarse, pues hubiese sufrido un descenso gradual en sus capacidades, pero como era incapaz de sentir dolor, no padecía de esa alerta ni de ese descenso gradual, sino que de repente, se colapsaba, llegando a estar al borde de la muerte. Por suerte, sus entrenadores lo achacaban a su entrega en la lucha, y no le daban mayor importancia.
No podía evitar observar como los vientres de las Hieródulas de su alrededor estaban aumentando, pero el suyo seguía igual, su vientre estaba plano, seguía sin quedarse embarazada, y su madre comenzaba a sospechar. Los del clan, se esforzaban en crear vínculos entre las Hieródulas y sus canes, pero no entre las Hieródulas y sus madres, sin embargo, si que conocían su función: las madres “ser madres” y los canes “proteger a las madres”.
Su madre ingresó en el templo, era su cuarto embarazo, desde que inició a Zaken, como madre, a los quince años. Zaken temía por su vida, creía que su madre la denunciaría en el templo, manifestando que su hija no podía cumplir con su función materna, con lo cual, tanto ella como Illich acabarían sacrificados. Zaken no podía verificar sus sospechas, así que decidió aprovechar la ausencia de su madre, para irse de Halaved, esa misma noche.
Su madre estaba custodiada en el templo, entre cánticos, dietas, baños, ejercicios, actividades, preparándose para el alumbramiento. Era mimada con sumo cuidado. Todas las parturientas que morían en el parto eran simplemente omitidas del resto, como si nunca hubiesen existido. Se intentaba evitar que las madres o las futuras madres confraternizaran entre si, para no echarse en falta luego. Una vez, nacían los bebes, se quedaban unos días en el templo donde se le hacían unas cuantas pruebas exhaustivas y luego, eran enviados a Iatom, capital del Condado de Iatokim.
Cuando Zaken salía por el pasillo, una sombra la interceptó, Illich, fue rápido y sigiloso, en su lucha. Se escuchó el sonido del crujir de huesos y el chapoteo de la sangre. En la penumbra, se podía apreciar, como la carne desgajada que había en las paredes se iba deslizando hacía el suelo. Entre las sombras, Zaken emitió un grito ahogado, mientras apresaba su puñal, impoluto, encogida, en un rincón, tras Illich. Sabía que había alguien más, dos bultos, pero desconocía de quien eran. El suelo estaba cubierto de pedazos de carne, empapados de sangre, pero sus ojos se estaban acostumbrando a las tinieblas. Reconoció el contorno del cuerpo de su madre, todavía embarazada, y a unos metros,  el cuerpo sin vida de su can de ofita. Sabía que no era responsable de sus muertes, pero no podía decir lo mismo sobre su can, con lo cual, si él era sacrificado por ellas, ella sería sacrificada junto a él, como dictaba la ley.
-         ¡Gracias, Illich! – soltó, al desplomarse sobre las vísceras de su madre.
Le pareció ver una mano chiquitita asomarse por la herida de su madre, que intentó recolocar, metiendo su mano por la herida abierta de su vientre, quedando su escuálido cuerpo, pintado de un húmedo rojo intenso, dedicó tanto tiempo a ese estúpido esfuerzo, que la capa de sangre que la cubría, empezó a secarse, convirtiéndose en una especie de costra.
Descubrió su reflejo, estaba todo su cuerpo cubierto de sangre reseca, y apenas se veía en la oscuridad, decidió embadurnarse todo el cuerpo, para confundirse con la noche, debía salir de la ciudad, había decidido ir al condado de Iatokim, desde allí, podría llegar al Estado de Balirke.
Algo la despertó.

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