AVISO

AVISO: Todas las historias son inventadas, todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

domingo, 15 de julio de 2012

Confinación


Entrechocaron los hielos, mientras una voz resonaba en su cabeza: ¡Despierta! Le insistía. Ginzburg, se consumía, encogida de hombros, al borde de la cama, como su cigarrillo. ¡Pero como si estuviera al borde de un precipicio! Tenía el vientre hinchado, como sus ojos. Se preguntaba por que le sucedía todo eso. Que había hecho para merecerse todo eso. Pero no recibía respuestas.

Los hielos seguían sonando, cada vez que acercaba y alejaba de si, ese vaso monstruoso, con el que intentaba acallar la voz que resonaba en su mente: ¡Despierta! Gritaba una y otra vez, insistentemente. Le dolía la cabeza. Hacía tiempo que no dormía. Tenía una sensación de desasosiego. Sólo quería dormir. Acabar con todo eso. Pero algo se lo impedía. No la dejaba en paz.

Dos formas corpóreas, cobraron vida, ante ella. Eran la chica escuálida y el cabeza de cabron. Ginzburg era consciente de que había perdido la cabeza, entre tanta muerte y su embarazo psicológico. Estaba trastornada. Emitió una risotada, mientras se bebía la vida, en un trago largo, haciendo resonar los hielos, con estruendo, mientras intentaba acallar sus pensamientos.

Deseaba caer inconsciente, pero la chica escuálida, le apresaba la barbilla, y le obligaba a que la mirara a los ojos, sus ojos brillantes y profundos. Ginzburg dejó caer el vaso, que se rompió en mil añicos, hubiese dicho que se había roto como su alma, pero se había descompuesto hacía ya tiempo. Le invadió una sensación de tristeza y soledad.

- Querida… No te pongas triste. ¡Ya pronto acabara!

- ¿Por qué yo?

- Te lo voy a resumir brevemente… no te pasara nada mientras, nos seas útil… capisci?