AVISO

AVISO: Todas las historias son inventadas, todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

domingo, 28 de octubre de 2012

¡Vergel!



NECROTROFIA
“Fase de un parásito u organismo patógeno en la que se alimenta de las partes muertas del hospedante”.
Dunixe van Jur vestía una ancha camiseta lisa de color verde aceituna, que tenía una banda cosida resiguiendo el cuello hasta llegar al escote, con un estampado de gasa, con un motivo floral que parecía un mosaico, que combinaba distintos tonos de fucsia, sobre un fondo blanco. Vio con cariño, como se alejaba Yaakov con su camiseta de algodón teñida con pigmentos rojizos, entre las sombras de los árboles, con su expedición al Monte Itbah. Todavía podía verlos alejarse por la gran avenida empedrada, con sus mochilas, sus tejanos desgastados, sus botas cortas, de cuero oscuro, de punta redondeada, ajustadas con correas y cordones.

Dunixe, Estaba en su sexto mes de embarazo, pero no le importaba que su esposo quisiera ocuparse de sus investigaciones. El Monte Itbah, estaba a unos días de camino, y en un mes estaría de regreso. Un mes para olvidarse de que sería papa, y centrarse en sus proyectos. Realmente, le daba envidia, si ella no estuviera embarazada, le acompañaría, estaría tomando muestras con él, o en lugar de ser ella la que se quedaba, tal vez fuera él, la que tendría que quedarse.

Otsobi Kav, el padre de Yaakov, que volvía a vestir su traje de faenar de algodón desgastado, de color caqui, se ocupaba de Dunixe. Su suegro, días antes, se había aquejado, de unos desvanecimientos, producidos por una eventual pérdida de visión, pero tras la visita del médico, guardó reposo hasta que aseguró a su hijo que habían cesado y que podía irse tranquilo al Monte Itbah. Con lo cual, en cierta manera, cuidaban, el uno del otro.

Los días se sucedían, Otsobi, por la mañana estaba unas horas en la campiña como era la costumbre, mientras Dunixe organizaba el laboratorio para su próximo traslado. Le gustaba transcribir notas, que Yaakov tenía desperdigadas, en un único documento, para unificar conceptos, para su estudio. Retomar datos que habían sido desestimados, para volver a probarlos en nuevas teorías, aunque algunos volvieran a ser desechados, pues siempre salían nuevos procedimientos, nuevos ojos con los que verse las cosas, todo podía probarse de nuevo, y no dar nada por obsoleto.

También le gustaba dar largos paseos, resiguiendo las acequias, incluso a veces, no podía evitar descalzarse y caminar por ellas, le daba igual, llegar a un Azud, lo franqueaba, y pasaba al segundo nivel. Disfrutaba con los Jardines colgantes de envanecidas Palmeras y soberbios cedros, Se quedaba ensimismada, extasiada por la fragancia que desprendían las anémonas y las caléndulas, mientras correteaba bajo la umbría de los granados, cuando se dirigía a las viñas, en busca de su suegro, con la cesta del almuerzo.

Con los pantalones, anchos, de punto, de color negro, Dunixe, tenía las piernas hundidas hasta las rodillas, sintiendo el frescor del agua, en sus pies desnudos, dentro de la alberca, rodeada de arbustos, parecía como si tuviera las piernas partidas, por la refracción de la luz. Le encantaba ver como se dispersaba la luz del sol, dentro del agua, formando formas centelleantes y abstractas, e irrepetibles, como si de un calidoscopio se tratara. Se veía reflejada, como en un espejo, y detrás, en lo más alto, la radiante luz del sol, colándose, entre las espesas copas de los árboles del patio principal.

Se levantó y se dirigió hacia la fuente para recoger agua, le gustaba el sonido del agua, le calmaba y apaciguaba al ser que se desarrollaba dentro de su útero. Le encantaba ese mundo de agua, luz y sombras. De repente escuchó las apresuradas pisadas de Otsobi, su suegro, siempre estaba detrás de ella. Éste, le quitó el cubo de las manos, y fue regando las plantas que ella le indicó, primero las hierbas aromáticas: jengibre, hinojo, cardamomo, coriandro, comino, etc.

Otsobi, volvió a rellenar el cubo, recorriendo los caminos en cruz, mientras seguía regando, primero el patio principal, donde había los cuatro cerezos. Luego el segundo patio, donde se encontraba, el manzano, el naranjo y el limonero. Después, el tercer patio, con los dos arándanos, y el peral. Había un melocotonero en el cuarto, pero no daba frutos, en el invierno anterior, había sido atacado por una plaga, Yaakov le había dado por muerto, quería talarlo, pero Otsobi no le dejaba.

Inspeccionó el resto de plantas. Dunixe colocó su mano sobre el hombro de Otsobi, y le sonrió y éste le devolvió la sonrisa, mientras posaba su enorme mano sobre su mano diminuta. Ella inclinó su cabeza, mientras ambos reían. Otsobi, por un momento, hizo un gesto con la cara, como si quisiera preguntar algo a Dunixe, como si quisiera pedirle algo, que no hizo falta que expresara con palabras, pues Dunixe, cogió la enorme mano de Otsobi y la colocó sobre su vientre para que pudiera sentir como su nieto daba pataditas.

En ese momento, Otsobi, tuvo uno de sus ataques. Los músculos se le entumecieron. Los ojos se le cubrieron de una fina capa de líquido fluorescente. Pero lo que parecía durar una eternidad, no duró ni una fracción de segundo, pues Dunixe ni se percató de lo acontecido.

Otsobi se dispuso a preparar la comida. Mientras, Dunixe bajó al laboratorio, pues con la llegada del bebe, tendrían que trasladarlo fuera de la vivienda, no era muy seguro manipular substancias tóxicas cerca de un infante. Todavía, no habían decidido donde ubicarlo. Yaakov, se estaba retrasando en su decisión, parecía no ser consciente de que iba a ser padre de forma inminente, y les estaba dejando toda la responsabilidad a ella y a Otsobi, que se comportaba como un verdadero padre para Dunixe, por lo mucho que la cuidaba. Ésta descubrió, por la cantidad de notas que estaba manipulando en el laboratorio, que Yaakov, estaba ante sus ojos, y dentro de su vientre. Se sentía insignificante.

domingo, 21 de octubre de 2012

¡Recelo!



El Detective Sturgeon estaba ocupado limpiándose una gota de café de la corbata, cuando la Detective Zadjel se le abalanzó con un trozo de papel que le estampó en la cara.

-         Lo tengo.

-   ¿Qué tienes? – Soltó Sturgeon, molesto, mientras apartaba el papel arrugado de su cara.


-         La víctima del hotel.

-         ¿Qué? – Fingiendo emoción.


-         ¡Sturgeon, no lo estropees!

-         ¿Qué?


-         Ni fue la primera víctima, pues ya ha habido más muertes en ese hotel, sino que ha sucedido… en otros hoteles…

-         ¿Y?


-         ¿Y?... ¡Pues algo está pasando! ¿No?

-    Zadjel… puede ser cualquier cosa… entre ajustes de cuentas, crímenes pasionales, suicidios… vivimos en un sector problemático… te preocupas por una muerte cuando solo entrar por la puerta ya nos asignan 20 más…

-         ¿Cómo?

-  Es el día a día… La gente muere… y nosotros… simplemente… lo verificamos…

-         La mujer del hotel escondía algo…

-      Tal vez protegía su negocio… no le debía interesar que se supiera que allí se producían muertes a diario…

-         Esa señora llamó a un número de teléfono después de que le pidiera las cintas de video… ¿Ves este listado?… este es el número al que han estado llamando después de todas las muertes…

-         Zadjel… Pues si… tienes algo…


-         Lo sé.

-         ¿Qué piensas hacer?

-         Llamar.